Rolando Alum: Álvaro Ínsua: abandonado en Cuba por académicos norteamericanos

DD.HH. | 16 de enero de 2023
©Radio Martí (Archivo).

Trasfondo Biográfico

Habiéndose graduado en estadísticas en la Universidad de La Habana, y a pesar de sus encontronazos con el régimen, Álvaro había obtenido una posición como investigador en la Academia de Ciencias. Allí conoció, al afamado antropólogo estadounidense Oscar Lewis, quien había ido a La Habana en 1969 acompañado de su discípulo Douglas Butterworth.

Con el beneplácito de las más altas autoridades gubernamentales, se proponían llevar a cabo investigaciones socio-culturales entre los exresidentes de barrios marginales que habían sido relocalizados en las afueras de la urbe capitalina.

Cooperación con O. Lewis

Lewis era mejor conocido por su debatido concepto de la Cultura de la Pobreza [C-P] basado en investigaciones anteriores entre mexicanos y puertorriqueños de bajos recursos económicos. Una de las metas principales de su proyecto en Cuba era someter a prueba su corolario: que el fenómeno sociocultural-económico de la C-P “sólo podía existir en países con economías capitalistas.”

Influenciado por el marxismo —por propia confesión— Lewis estimaba que, por ende, la C-P no podía desarrollarse en economías “socialistas” (o comunistas).

Aunque la pobreza es definida en términos relativos, la C-P es conceptualizada por una serie de valores y comportamientos interrelacionados; como la baja ética de trabajo y conciencia social, alcoholismo, fatalismo, homofobia/machismo/sexismo, abuso conyugal, y sobre todo gratificación instantánea.

Ese síndrome socio-patológico constituye un obstáculo primordial para alcanzar movilidad social hacia las clases medias. Aunque no todos los pobres desarrollan una C-P, el ser pobre se considera una condición necesaria.

Las entrevistas a la población cubana más vulnerable revelaron, no solo disidencia antigubernamental, sino también la presencia de una obvia C-P. Así lo explicó mejor Butterworth –el asociado de Lewis– en su propio libro: The People of Buena Ventura —Relocation in Post-Revolutionary Cuba (1980), así como en comunicaciones privadas conmigo.

Peor aún, esa C-P que descubrieron, no era una “herencia” de la Cuba republicana (1902-1958); sino que, por el contrario, era otro fenómeno adverso desarrollado bajo el régimen socialista-castrista desde 1959.

Álvaro y Greta habían colaborado entusiásticamente con el proyecto investigativo, incluso con la anuencia de los dirigentes de la Academia. Pero, como ha sido ampliamente documentado después, resulta que el gobierno espiaba todos los aspectos del proyecto, y lo cancelaron súbitamente, incautando documentos y caros equipos, así como automóviles importados.

Los investigadores extranjeros tuvieron suerte de que solo fueron expulsados del país, acusados ridículamente –hasta por el mismo Raúl Castro en un discurso– de “espiar para el imperialismo”.

Sin embargo, Álvaro fue encarcelado, cáusticamente, el simbólico 4 de julio de 1970 (día de la independencia en EEUU), solo por haber colaborado con los extranjeros. Peor aún: no he encontrado récord alguno de ninguna personalidad u organización intelectual en el extranjero que protestara a su favor.

Al ser ex-carcelado seis largos años más tarde, Álvaro se comunicó conmigo gracias a la mediación de la entonces ataché cultural de EEUU en La Habana bajo la administración Carter: Barbara Hutchinson. Coincidentemente, fungiendo como diplomática estadounidense, me había dado bienvenida anteriormente en la República Dominicana cuando fui allí como becado Fulbright y de la OEA para realizar mis propias pesquisas socio-antropológicas en los bateyes dominicanos para la Universidad de Pittsburgh.

Desafortunadamente, Lewis falleció al regresar a EEUU a finales de 1970. No fue hasta una década más tarde que su viuda Ruth (quien no era antropóloga profesional) contrató a Susan Rigdon (tampoco antropóloga) para componer tres libros basados en el escaso material que Lewis había logrado sacar de Cuba previo a la expulsión.

Paradójicamente, la trilogía fue titulada Living the Revolution (“Viviendo la Revolución” [1977-78]), la cual es menos reveladora que la obra contemporánea de Butterworth.

Exilio y Persistencia de Controversia

En abril de 1980 la familia Ínsua logró exiliarse en EEUU vía Costa Rica, estableciéndose primero en Miami y después —por otra coincidencia de la vida— en el norte de Nueva Jersey, donde les di la bienvenida personalmente.

Cuatro años más tarde se regresaron a Miami dado que Álvaro fue contratado, también a sugerencia de este autor, como corresponsal de Radio Martí, jubilándose en 2011.

Es irónico que más recientemente la también antes mencionada escritora Rigdon, me ha debatido agresivamente en medios de comunicación de la profesión antropológica (aunque a la cual ella no pertenece).

Absurdamente, Rigdon —quien ni siquiera conoció a Lewis, jamás entrevistó a un cubano, ni tampoco domina el idioma español— ha intentado negar ciertos hechos claves de la odisea de Ínsua y su familia.

Ella ha llegado a cuestionar: el número de años de su prisión [fueron seis]; cuando, cómo y desde donde me contactó inicialmente [desde Cuba misma]; la causa por la que el proyecto de Lewis fue cancelado [entre otras, revelando la C-P postrevolucionaria]; y hasta cómo la familia Ínsua obtuvo visa de EEUU [gracias a la diplomática Hutchinson].

En definitiva, para más detalles históricos véanse mis escritos anteriores sobre el tema accesibles en la Internet, particularmente el obituario de Ínsua de mi autoría (en inglés) en Anthropology News.

Coda

Así es el mundo académico contemporáneo (especialmente la Antropología), donde se pretende reescribir la historia a favor de las tiranías, al tratar de negarse el sufrimiento de sus víctimas. Y para colmo, todo eso —hipócritamente— a nombre de una supuesta defensa de “los oprimidos”.

En fin, contrario a lo que pretende esconder la escritora Rigdon con su cuestionable agenda: la C-P no solo existe en sociedades socialistas, sino que es provocada por el propio sistema totalitario; y Álvaro Ínsua y su familia sí fueron víctimas irrefutables del proyecto de investigaciones socioantropológicas por estadounidenses privilegiados, quienes los abandonaron a su suerte en el terrible gulag tropical antillano en 1970.

(*) Le agradezco a Ileana Fuentes, Radamés Suárez y Steven Dike la colaboración con varios de mis escritos anteriores (en inglés y español) relacionados con el caso de Ínsua. Doy gracias también a su viuda Greta, así como a su hijo Manolo (desafortunadamente fallecido el 11 de septiembre de 2021).

Publicación original en Periódico Cubano.