Janet Batet: DEMI: El paraíso perdido

Artes visuales | 25 de enero de 2023
©‘The Peddler Girl (La Niña Vendedora)’, 1987, acrílico sobre lienzo, 40 x 33 pulgadas. Foto: Pedro Portal.

Un nuevo volumen de Important Cuban Artworks abre en Cernuda Arte, cuyo espacio de exhibición se expande ahora a tres inmuebles en el concurrido Boulevard de Ponce de León. La enjundiosa muestra que comprende obras de arte cubano de la Colonia, la República y la era contemporánea, destacando las obras de José Bedia, Tomás Esson, Acosta León y Clara Morera, incluye una impecable selección del peculiarísimo universo de Demi Rodríguez, una de las artistas cubanoamericanas más interesantes de la escena local a quien Cernuda ha apoyado a lo largo de su carrera y de quien recientemente ha adquirido un importante cuerpo de obras.

©‘For Cristina Holt (Para Cristina Holt)’, 1996, acrílico sobre lienzo, 40 x 58 pulgadas. Foto: Pedro Portal.

Impregnada de una profunda carga personal, la obra de Demi solo puede ser entendida como exorcismo que a través del lienzo procura la redención del ser abatido una y otra vez por ese destino implacable cimbrado por la muerte, la violencia, la soledad, la incomprensión. Su delicadísima obra parece suspendida en el tiempo, en ese momento justo en el que el candor infantil que sabemos frágil como pompa de jabón está a punto de desvanecerse y que, por más que queramos, no hay nada que hacer.

Es justo este sentido de anticipación la clave central de la obra toda de Demi: ese destino trágico, premonitorio, del cual somos testigos y partícipes a un tiempo y ante el cual nada podemos. Curiosamente Demi llega a las artes visuales a través del teatro. En 1980, ya en Miami, Demi se vincula al teatro Prometeo y es así como conoce al pintor Arturo Rodríguez, quien devendrá su compañero de vida, amigo y mentor.

©‘Family Portrait No. 1 (Retrato de Familia No. 1)’, 1999, acrílico sobre lienzo, 32 X 42 pulgadas. Foto: Pedro Portal.

Demi nace en Camagüey en 1955. Es la más joven de tres hermanas. Su infancia temprana transcurre en la alegría del hogar, los juegos de niños, el amor filial, las reuniones de domingo. Es una familia típica de los años cincuenta que la artista procura asir en los retratos de familia donde los personajes expectantes ignoran el horror por venir. Tras ser acusado de traición por el naciente poder castrista, el padre de Demi es ejecutado en 1960. Demi tiene apenas 5 años. El traumático evento es un sismo familiar al que le sigue ese mismo año la separación de la familia con la que podrá reunirse de nuevo solo en 1971, marcando para siempre la existencia y obra de la artista en la que los protagonistas son siempre infantes que parecen absortos en un mundo de ensoñación del que presagiamos una suerte aciaga. Niños ataviados con tules y lazos, ajuares de domingo, miradas lánguidas y cabezas calvas bañados por una rara luz que anuncia lo inevitable.

©“The kindergarten- El Jardin de niños”, 1997, acrílico sobre lienzo, 32 x 42 pulgadas. Foto: Pedro Portal.

En Demi el trabajo de la luz, el arabesco y el movimiento del cuadro en espiral hace de las figuras seres etéreos que conviven en intrincados parajes donde a pesar de ser escenas cotidianas asistimos a atmósferas mágicas, de inquietante irrealidad. Este peculiar estilo donde coexisten a un tiempo la frescura del artista autodidacta que ignora proporciones y perspectivas de la academia, y donde hay un total dominio de la técnica pictórica y una sagaz comprensión del claro-oscuro y la luz, hacen de la obra de Demi un cosmos de perturbadora belleza a través del cual palpitan los universos de Gustav Klimt, Odilon Redon, Marc Chagall, Fidelio Ponce y Fra Angélico.

Uno de los elementos más personales es el trabajo en brocado del cuadro: filigranas que como hiedra invaden todos los resquicios en una compulsión -acaso liberadora en el plano personal- donde la repetición del motivo deviene urdimbre que atrapa la suerte de los retratados.

©‘Two Artists, One Love (Dos Artistas, Un Amor)’, 2003, acrílico sobre lienzo, 24 x 24 pulgadas. Foto: Pedro Portal.

La obra de Demi se inscribe dentro de ese grupo vital de artistas que marcó un giro fundamental en la escena del arte local y del arte cubano contemporáneo, esa que Giulio Blanc llamara The Miami Generation. La generación de “los casi niños”, cuyo enclave original es rescatado a partir de la memoria, adquiriendo matices de mito y donde el bi-culturalismo -ese existir entre dos aguas- es condición sine qua non.

©‘Me and My Sisters (Yo y mis hermanas), 1988, acrílico sobre lienzo, 54 x 38 pulgadas. Foto: Pedro Portal.

Cernuda, quien ha seguido de cerca la trayectoria de Demi desde sus comienzos dedicándole varias exposiciones personales (Family Portraits y Everything for Love – Todo por amor, 2001 y 2003 respectivamente), así como la más reciente muestra DEMI: Selection of works from 100 Years of Creations by 20 Women Artists (1922 to 2022), ha adquirido recientemente las obras pertenecientes a la colección de Judith y Bill Ladners, quienes desde 1985 coleccionaron celosamente la obra de Demi, abriendo así el camino al estudio minucioso de la imprescindible obra de esta hacedora de la luz donde fantasía y vulnerabilidad de la existencia van mano a mano.

Publicación original en El Nuevo Herald