Marlene Azor: El discurso reaccionario y sectario de Miguel Díaz-Canel

DD.HH. | 26 de febrero de 2023
©Pinilla

Este 22 de febrero el diario estatal Granma publicó una reseña sobre la reunión del presidente designado Miguel Díaz-Canel con los funcionarios de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Estuvieron presentes la viceprimera ministra Inés María Chapman Waugh; el jefe del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido, Rogelio Polanco Fuentes; el ministro de Cultura, Alpidio Alonso Grau, y el presidente de la UNEAC, Luis Morlote Rivas. Todos estos funcionarios públicos deben su puesto al Partido Comunista, y han demostrado total incompetencia para permitir una cultura libre, al margen del Estado totalitario.

La cultura ideologizada que impone la dictadura cubana desde hace seis décadas oculta la represión a cuatro generaciones de artistas e intelectuales cubanos que hemos sufrido marginación, inxilio, destierro, exilio forzoso y también cárcel, como ocurre actualmente con Luis Manuel Alcántara y Maykel “Osorbo” Castillo, en prisión por oponerse al Decreto 349 y al Decreto-Ley 370, que sistematizan como delito la libertad de expresión y creación artística e intelectual fuera de los parámetros dictados por el régimen.

Este discurso del presidente designado parece responder a la filtración de la grabación del Estado sobre el Caso Padilla, que aconteció en abril de 1971. La confesión del poeta ha sido abordada por el realizador Pavel Giroud en su más reciente documental, provocando reacciones de horror y estupor tanto en las redes sociales como en la prensa independiente.

¿Por qué es reaccionario el discurso?

Miguel Díaz-Canel ha respondido al estupor ciudadano frente a un documento histórico que lleva el cuño de la Seguridad del Estado, con la negación característica de las dictaduras: nunca existieron el Caso Padilla, ni las Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP), ni los miles de expulsados de las universidades a partir de la década de 1970 por ser homosexuales, católicos, roqueros o discrepantes con la ideología comunista. Los escritores y artistas exiliados o desterrados tampoco existen. Según su discurso, los ciudadanos debemos olvidar y enterrar el pasado, olvidar las múltiples violencias estatales sobre los cuerpos y las vidas ciudadanas y creer en un discurso delirante, desfasado de la realidad y francamente opuesto a ella.

Los muertos no cuentan para la dictadura

No es la primera vez que Díaz-Canel intenta convertir una catástrofe nacional, ocurrida por responsabilidad gubernamental, en una “victoria” del Partido Comunista. En 2019 afirmó que fue una “victoria” lo que se logró con el Período Especial, aunque jamás se haya publicado el número de muertes provocado por aquella crisis de los años 90 del siglo pasado.

A propósito, y luego de las miles de muertes evitables por COVID-19 en Cuba, también calificó como una “victoria” la política sanitaria del régimen, a pesar de los hospitales colapsados, la falta de medicinas, insumos médicos, ambulancias y oxígeno medicinal, además de las decenas de miles de muertes estimadas por The Economist a partir del aumento desmesurado de los fallecimientos en Cuba durante 2021. 

Es necesario señalar que la decisión de crear cinco candidatos vacunales ―ninguno certificado aún por la OMS― hizo que la inmunización de la población cubana comenzara año y medio después de la entrada de la pandemia en Cuba. Al menos 18 países latinoamericanos comenzaron la vacunación masiva mucho antes y con fármacos certificados internacionalmente.

¿Por qué el discurso es sectario y excluyente?

Para Díaz-Canel, la identidad cultural cubana está reducida al discurso oficial del Partido Comunista. “El otro aporte importante de la UNEAC en estos tiempos tiene que ser en relación con el programa de descolonización cultural: “Hay que asumirlo con profundidad, con inteligencia, con coherencia”, aseguró. Y definió que dicho programa “tiene que ser parte del debate de todos los días, porque nos quieren romper la identidad”.

El asunto movería a la risa si no fuera una tragedia nacional. La criminalización extrema de la libertad de expresión en el nuevo Código Penal las normas legales antes mencionadas; la ausencia de información pública; la ilegalidad que la dictadura impone hace seis décadas a la autonomía ciudadana en el ámbito de la economía; la creación artística y la educación superior; el secuestro de los medios de difusión y la violencia gubernamental contra toda manifestación de disidencia suman millones de excluidos de la identidad cultural cubana, si hemos de ceñirnos al dictamen del presidente designado sobre lo que tal cosa significa.

Y digo que la identidad cultural nacional se halla subordinada a la ideología del PCC, porque la realidad cubana dista un abismo de lo que plantea el discurso único desde 1959. El investigador James Scott, en su libro Los dominados y el arte de la resistencia, asevera: “La vida pública en los Estados comunistas, en los cuales la separación entre los ritos oficiales y la cultura política marginal es con frecuencia tan grande, nos puede ilustrar sobre la elaboración del discurso oculto”.

Gracias a la llegada de internet a los celulares cubanos en diciembre de 2018, el discurso “oculto” se ha hecho público en favor de la diversidad cultural y política implícita en la identidad nacional. Por eso la dictadura criminaliza la libertad de expresión en las redes sociales y la prensa independiente, donde cada día son desmontadas las falsedades del discurso único, permitiendo la comunicación entre los “dominados”.

Publicación original en Cubanet.