Ramón Fernández Larrea: Abajo la sangrienta dictadura de Batista

Autores | DD.HH. | 31 de mayo de 2023
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Ya dura demasiado la sangrienta dictadura de Batista. Parecía que se terminaba, que iba a triunfar la libertad, la igualdad y la fraternidad, pero no. A alguien no le convenía o le funcionaba tan bien aquella estructura de violencia y miedo que decidieron prolongarla, prorrogarla año tras año.

Y junto con la violencia y la represión cabalga la miseria, cada día más miseria, cada vez más insondable. La sangrienta y prolongada dictadura de Batista ha logrado lo que no había logrado nunca: “Venezuela, Argentina y Cuba se encuentran entre los países de América Latina más miserables del mundo, de acuerdo con la edición de 2022 del «Índice de Miseria» que elabora el economista estadounidense Steve Hanke (HAMI, sus siglas en inglés)”.

En vez de construir el cacareado socialismo, o tal vez producto del ardor que provoca su construcción, en Cuba ya es imposible vivir bajo ese intolerable grado de violencia. Los esbirros, que soñaban convertirse en esbirros desde pequeños imitando al argentino Guevara, tienen luz verde para golpear, amedrentar y vigilar. Tienen carta blanca para atropellar y hasta para asesinar. Como antes, vaya, pero ahora con una justificación que a muchos idiotas alrededor del mundo y dentro de la isla, les parece hermosa: están defendiendo a la revolución. Por eso la tiranía no termina. Se renueva la sangrienta dictadura de Batista.

Aquí hago una pausa, que no refresca, pero hace pensar. Una de las cosas que más se parecen a la construcción del socialismo es ese reto antiguo y tercermundista llamado “el palo encebado o encebao”. Varios hombres intentan conseguir llegar a la cima, trepando por el resbaloso tronco, casi siempre en vano, tras mucho esfuerzo. Pero el palo encebao, como juego, resulta hasta divertido. A las dictaduras de izquierda les encanta. Stalin organizó durante mucho tiempo el palo encebao ayudado por la KGB. El que no lograba subir o se negaba a participar, era asesinado o terminaba con sus huesos en Siberia. Fidel Castro tomó los rudimentos de la competencia y maniobró con sus características más importantes.

El palo encebao constituye una meta, un problema a vencer, algo que demuestra determinación, fuerza y valor. Y, al igual que el socialismo, si logras ascender a lo más alto del palo, no resuelves nada. Pero mantiene a los competidores y a los espectadores entretenidos. Y siempre se puede acusar al enemigo -a un enemigo- de echar sebo al palo, de sabotear la ascensión engrasándolo. Ese es el tan nombrado “bloqueo” norteamericano.

En el caso de Cuba, con la interminable y sangrienta dictadura de Batista, son el ministerio del interior, la seguridad del estado, la policía y esbirros de toda laya quienes organizan y vigilan la trampa del palo encebao. Hay toda una cultura o incultura sobre el “trabajo” de las organizaciones represivas que quieren que el enemigo no acabe con:

  • La medicina gratis (es una mierda, pero es gratis)
  • La educación gratuita (es mala, malísima) y no es educación, sino adoctrinamiento.
  • La igualdad, una sociedad donde unos son más iguales que otros y a quien no quiere ser igual se le persigue o encarcela.

Cuando bajaron de la loma comandados por Palo Mayimbe, alias el Delirante en jefe Fidel Castro, parecía que la sangrienta dictadura de Batista había quedado atrás, pero no. Comenzaron a matar. Cubanos matando cubanos, como ya había sucedido. La sangre siguió anegando la isla porque había que castigar a quienes habían castigado antes a quienes se les oponían. El poder solamente había cambiado de bando, pero nos asustaban hablando de la crueldad de Esteban Ventura, Pilar García y el gordo Salas Cañizares. Luego el camaján mayor dijo que en el pueblo había muchos Camilos, cuando en realidad estaba avisando que en el pueblo había cientos de miles de Esteban Ventura, Pilar García y Salas Cañizares. La sangrienta dictadura de Batista no terminó.

Y como piensan que reprimen a mercenarios y enemigos esa “violencia revolucionaria” está justificada porque se ejerce para defender el paraíso (el paraíso es ese “palo encebao”). Cuando los malos matan a alguien es un crimen, cuando los revolucionarios lo hacen, es ajusticiamiento, y todos quedan así, tan Panchos, sin sobresaltos ni pesadillas. Solo hay que abrir la ventana y mirar la realidad.

Un supuesto presidente que convoca, desde la pantalla televisiva, a matar, golpear y derrotar al pueblo que él dice que se opone al pueblo. Las noticias son terribles, se estimula el crimen y los uniformados que los cometen quedan impunes, y hasta se les premia: “El subteniente de la Policía cubana Yoennis Pelegrín Hernández, responsable de la muerte Diubis Laurencio Tejeda el 12 de julio de 2021, durante las protestas que ocurrieron en el barrio de la Güinera, del municipio habanero Arroyo Naranjo, no solo se encuentra libre y es uno de los jefes en el barrio de Mantilla, en el mismo municipio, sino que le cambiaron la moto que usaba por una mejor”.

Moraleja: si usted quiere una moto mejor, una casa o un carro, métase a policía y mate a algún joven que proteste, a un adolescente “desviado” y rebelde. Porque la nueva sangrienta dictadura de Batista lo perdonará y lo va a promover. “Un oficial del Ministerio del Interior (Minint) mató a un joven en Holguín en circunstancias no esclarecidas el 5 de mayo. Además de los golpes, Rodríguez tenía una herida de bala que le atravesó un pulmón, lo que indicaría que el disparo fue por la espalda”. Pero no pasa nada, no fueron criminales. Los criminales son la secta plattista que pertenece a la mafia de Miami. El asesino no es un asesino, sino un combatiente revolucionario. Uno que defiende y prolonga la sangrienta tiranía de Batista.

“En febrero de 2022, el Minint no pudo exculpar al agente que asesinó al músico Roldy Polo Pérez, ni pudo presentar a este último como un ciudadano «de pésima conducta social». Se dedicó entonces a victimizarse y acusar a los medios independientes y autores de denuncias sobre el hecho en redes sociales de intentar «afectar la imagen de la Policía Nacional Revolucionaria». El fantasma de Esteban Ventura, Pilar García y Salas Cañizares recorrer la isla. Son asesores experimentados.

Los esbirros tienen otros uniformes y otros nombres, pero hacen lo mismo que sus predecesores fusilados. Matan, mienten, encarcelan y condenan. Y vigilan, vigilan a un pueblo con hambre y con ansias de vivir en paz. O solamente de vivir. No son pueblo, son sicópatas y sociópatas con permiso para ejercer la violencia. Cuidan como un tesoro el palo encebao que armó aquel sinvergüenza cobarde y hablantín que nunca quiso a su madre o a su padre, que odiaba a todos los que consideró siempre inferiores.

Hizo pensar que la sangrienta dictadura de Batista había caído gracias a él. Sólo le cambió el rostro y las apariencias. Batista vive. Sus hombres son los mismos que llenan de sangre la tierra cubana. Son “continuidad”.