Héctor Antón: Yulier P. / De la sobriedad al desacato
Al conocer a Yulier P. en la década del 2000, pude percatarme de que se trataba de un hacedor libertino, crecido fuera del juego. Al margen del recurso estratégico de jugar con la cadena y no con el mono común en los 90. También me percaté de que era un hereje orgánico fanático al libre albedrío, en lugar de alguien que elige una actitud rebelde para marcar la diferencia del resto de sus colegas del arte. Quizás quería ser el mejor, pero no el único. El único que hace lo que nadie se atreve hacer. También noté que la calle era su medio y finalidad. Las paredes del museo o galerías se transformarían en muros donde plasmar sus creencias.
¿Te consideras un grafitero en el sentido genérico del término?
No me considero un artista del grafiti.
Soy un artista visual que ha utilizado la calle como un soporte nutritivo y exponencial llevado al arte. De ahí que he abordado la pintura de caballete, el muralismo, la fotografía, el videoarte, acciones performáticas y la producción de cortos y audiovisuales. Pero te digo que he devenido más en un artista de intervenciones públicas que en grafitero o muralista.
¿Qué significa ser un artista independiente en Cuba?
Ser un náufrago que nunca toca tierra. Cuando tú eres un ente libre no le debes obediencia a nadie. En un contexto donde todo funciona a nivel de condicionamiento externo, te conviertes en enemigo de todos. Todo el mundo diagnostica el problema, pero nadie señala al culpable. Es una búsqueda de legitimar con fuegos artificiales o confetis y no por convicción, actitudes donde el oportunismo es una intención vital que ocupa el lugar de la certeza. Cuba es un confesionario donde asistes con la promesa de ser absuelto.
¿En qué presupuestos ético políticos se desarrolla tu obra?
Yo era un muchacho demasiado ingenuo o noble tratando de ser honesto. Experimento un proceso de sanación espiritual que me conduce a un despertar político. Entendí que la política es un componente nutricional del arte y viceversa. Es la aceptación del arte, la política y el compromiso.
¿Y que es para ti el compromiso?
Es la voluntad y el ejercicio diario de decir lo que pienso sin pactar con mantras externos, esa simulación de la conciencia que distorsiona la percepción de la realidad.
¿Cuál es la transición de más relevancia que ha experimentado tu obra en los últimos años?
Es el hecho de asumir ser un artista contestatario en Cuba. Una especie de mutación de la ingenuidad a la certeza. No es jugar con la cadena y el mono como en los años 90, sino asumir la responsabilidad de la dirección de tu vida, porque para mí el arte es una herramienta de defensa y construcción de mi realidad. ¿A quién se la debo entonces?
¿Yulier P se considera un artista más que un activista?
¡Sí, porque ha sido más mi obra la protagonista de mi activismo que mi activismo el protagonista de mi obra! Artista sin impureza, hasta que sea posible sostener este presupuesto como sostén de la actitud.
A propósito de la censura al documental Existen. Resistencia del arte urbano en Cuba (2022) que realizaste justo a Fernando Fraguela Fosado, ¿cuál fue el motivo fundamental para que este no pudiera ser exhibido en la sede del grupo teatral El Ciervo Encantado?
¡Todo¡ Desde el tema que aborda hasta los testimoniantes que aparecen en el documental.
Existen cuenta –en síntesis– mi historia represiva. Una historia que comienza con las amenazas que me hizo la policía política en la estación de Cuba y Chacón en 2016, lugar donde intentaron amedrentarme para que yo no siguiera pintando lo que pintaba ni siguiera diciendo lo que decía, lo mismo en entrevistas que en lugares públicos, hasta la prohibición que me hacen –años después– de poder pintar en la calle, etc. En ese espacio de tiempo hubo interrogatorios, acciones de Amnistía Internacional, detenciones y muchas cosas más difíciles de resumir en una respuesta.
Otra de las cosas problemáticas de Existen era la dirección del reconocido cineasta Fernando Fraguela, quien se ha caracterizado por exhibir un lenguaje frontal hacia la realidad política cubana, y la asesoría jurídica de Laritza Diversent, directora de CUBALEX, quien define en términos legales –dentro del documental– el peligro de hacer arte público y cómo el Estado arbitrariamente controla la acción de pintar las paredes en la isla.
Otra de las cosas que el documental toca es el tema de los artistas que sobreviven fuera del circuito artístico. Artistas que además de estar expuestos a detenciones, decomisos y prisión preventiva por utilizar los espacios públicos, se sienten amenazados por las instituciones culturales cubanas, que no los reconocen y acusan.
Hay que decir también que artistas contestatarios como El Sexto reaparecen en este material contando su historia, así como individualidades y colectivos como OMNI ZONA FRANCA, grupo emblemático del arte performatico en Cuba.
Entonces, para no irme de tu pregunta: sí, creo rotundamente que la causa principal de la censura en El Ciervo Encantado fue Existen. Lo demás, fue un juego para tapiñar la dimensión que pudo alcanzar la denuncia de Fernando y mía como evidencia de las violaciones contra las libertades artísticas en la Isla.
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