Hamlet Lavastida: Las galerías de arte en Cuba también son prisiones [Respuesta al plagio de la Galería Acacia]
Hay un diseñador gráfico plagiador, un recortero en la Habana que está utilizando el sistema de formas de las últimas obras mías referidas a las vistas en plantas de las prisiones cubanas, especificamente a la serie “República Penitenciaria”. Quiere decir esto que anda por ahí alguien, a sueldo de las instituciones como el CNAP y el MINCULT, y bajo las órdenes de Jorge Alfonso “Chicho”, intentando confundir o diluir mis prácticas artísticas con lo más mendaz y ruin del corporativismo institucional del Ministerio de Cultura. Las mal dibujadas y hasta mal diseñadas estructuras gráficas ilustran los eventos de HB Muestra Arte Cubano Contemporáneo a realizarse en Galería Habana, Edificio Sarra, en Galería Servando, y Galería Acacia, este próximo 28 de noviembre.
No es perdonable siquiera, aunque se pudiera percibir que estos diseños insinúen directamente la macabra metáfora de que las galerías de arte en Cuba también son prisiones, o sea una suerte de homenaje en reverso. Este paralelismo entre las instituciones penitenciarias y las galerías cubanas no les cabe, sobre todo porque conozco la cobardía de estos funcionarios y oficiales culturales cubanos. Una cobardía que nunca los ha llevado a amparar un verdadero ejercicio de crítica institucional, tampoco les ha llevado a alzar la voz ni una sola vez en público sobre el secuestro, detención o encarcelación de uno de nosotros. Ustedes, MINCULT, Museo Nacional de Bellas Artes, CNAP, GENESIS, Centro de Prensa Internacional, MININT y compañía, ustedes no son más que un menesteroso y corrupto instrumento de un gobierno sin legitimidad ni cabeza propia. Si la delincuencia tuviese un directorio de ilustradores y dibujantes, eso serían ustedes.
Y es que no es nada nuevo que el oficialismo cultural cubano se empeñe en reducir a todo aquel creador renegado al aparato cultural político institucional. No lo es, nunca lo ha sido y al parecer, no pretenden dejar de serlo. Tampoco es inusual la silenciosa complicidad de muchos de aquellos creadores que siempre se han beneficiado del corporativismo institucional fomentado por el MINCULT y el CNAP. La omnímoda maquinaria cultural oficialista y sus medios se han sustentado en descalificar, aterrorizar, suprimir y falsificar en vez de en educar y cultivar, eso es todo.
El ministerialismo cultural es un burdo departamento de difusión bajo los intereses de los Órganos de Seguridad del PCC. No les importa pues que los creadores sean diezmados y lanzados al exilio, no les importa hacer de ello una política. No les importa tampoco, que sus creadores estén sometidos a represivos organigramas legales. No les basta que estos mismos creadores sean invariablemente descalificados en los medios de difusión pública. No les basta, que los creadores sean amenazados, arrestados, interrogados y enviados a prisión; que sean sistemáticamente secuestrados y también sistemáticamente expulsados del país.
Dentro de las prácticas artísticas en Cuba, la figura de la crítica institucional no existe; la crítica cultural sencillamente no toca estas aristas. Todo ejercicio que implique requerir al poder institucional sencillamente ha sido extirpado. Lo que sí existe es la voluntad expresa, desde la institucionalidad cultural, de menoscabar, suprimir y fusilar moral y mediáticamente a todo aquel que intente alzar la voz. O sea, una crítica desde arriba hacia abajo, desde la institucionalidad hacia y contra el individuo. El franco ánimo de diluir las poéticas y prácticas individuales es a lo máximo que ha llegado el funcionariado cultural y policial cubano. Hoy en día siguen intentando disolver a los creadores y sus prácticas artísticas con esta burdas y vetustas maneras de diseño creativo.
Ahora bien, en concreto, me refiero aquí a estos mismos hábitos y metodologías ya dispuestos hacia mi persona. Una persona que, por demás, ha sido sometida al total aplaste de la maquinaria policial y cultural cubana. Y yo, como otros, no necesitamos de una recordación, ya sea tenue o explícita, de que tanto el Consejo Nacional de las Artes Plásticas, el Ministerio del Interior, el Ministerio de Cultura o el mismísimo oficial Jorge Alfonso (Chicho) nos tienen en cuenta en su oficio de liquidaciones. Ese oficio, como tarea, ya fue expuesto con todo su rigor operativo y demencialidad durante 3 meses, bajo la custodia de la Seguridad del Estado.
En todo caso, una elemental y precaria alusión no tendrá ningún efecto sobre mi persona; y si alguno tuviera, sería tan solo la evidencia de que su creatividad es nula, y que la mendicidad de la institucionalidad y la oficialidad cultural en Cuba es absoluta. Ello solo esclarece una vez más que la cultura en Cuba se instrumenta desde la jefatura del MININT y no desde el MINCULT.
Creo que es necesario hacer esta exigencia a causa de esta explícita alusión que se hace, desde los diseños mencionados, a mi trabajo, a mi práctica creativa, a mi propia existencia. Creo que es imperativo recordarles nuevamente y requerirle a esa misma institucionalidad que desconoce el requerimiento; una institucionalidad que ya por costumbre perdió la capacidad de verificar qué es una contestación, una respuesta, una réplica. El llamado de atención se le hace también a todo aquel artista incluido en estas exposiciones; el llamado se le hace a aquel artista que conozca o desconozca mis prácticas artísticas o mi decursar por los pasillos de ese infame centro de operaciones y detención llamado Villa Marista. Se les advierte, y se les recuerda una y otra vez, que en Cuba el imperio de la violencia estatal toma formas sutiles, para de ahí emerger en formas magnificadas y explícitas de la violencia. Advertidos están, ningún oportunismo los salvará.
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