Dean Luis Reyes: Conversación con Alejandro Alonso / ‘Cuba está viviendo una de las etapas más oscuras de la historia reciente’

Autores | Cine | 2 de febrero de 2024
©Alejandro Alonso por Reynier Leyva Novo (Rialta)

El cineasta cubano Alejandro Alonso estrenó este fin de semana en el prestigioso Festival Internacional de Cine de Rotterdam, en Holanda, su cortometraje La historia se escribe de noche, una película que él pide ver a oscuras, como quien se sumerge en las tinieblas de un mundo a punto de desaparecer.

La sinopsis del filme invoca una realidad que conocemos bien los cubanos: “Un gran apagón ha sumergido a Cuba en la oscuridad. En las calles, los habitantes intentan escapar de la penumbra mientras el fuego de las hogueras parece anunciar el fin de una época. Refugiados en el interior de nuestra casa, mi madre me cuenta una visión que desde hace años le atormenta”.

Sin embargo, esto es apenas el punto de partida. Alonso dibuja un universo de tinieblas donde Cuba apenas se ve. Su propósito pareciera ser disolver el país, siempre representado bajo un sol abrazador y unos colores encendidos, reduciéndolo a su mínima expresión.  

“Desde antes de entrar a la Escuela de Cine y Televisión (EICTV) de San Antonio de los Baños ya estaba ilusionado con la idea de rodar una película durante un apagón”, confiesa para Cubanet.

“La premisa era filmar un apagón en su estado más ‘puro’, sin luces artificiales, solo utilizando la iluminación del entorno. El mayor reto era la poca sensibilidad que tenían las cámaras para filmar en la oscuridad. La solución llegó con mi primera Sony Alfa, una cámara muy versátil y luminosa, con un ISO extremadamente alto. Su sensor ve más que el ojo humano”, explica.

“Este corto está hecho de la acumulación de imágenes que he ido archivando durante casi cinco años. Incluso muchas de ellas son material de investigación para otros proyectos. El territorio que vemos en la película es un Frankenstein de espacios, construido con retazos de Pinar del Río, La Habana, Bahía Honda y la Ciénaga de Zapata. Fragmentos de encuentros con personas, espacios y situaciones que giran alrededor de una situación muy básica: la búsqueda de una fuente de luz en medio de la oscuridad. Este proceso se extendió hasta mediados de 2023. El último tramo del rodaje lo hicimos con el apoyo de Lázaro Lemus, que logró filmar la oleada de apagones que azotaron a Pinar del Río el año pasado”.

El diálogo con la madre, que vertebra la trama de La historia se escribe de noche, y que establece un marco autobiográfico, sirve a Alonso para activar uno de los recursos favoritos de sus películas: la fuga de la realidad, la invocación de lo imaginario, lo surreal, que desviste lo cotidiano de su apariencia física y lo transforma en una fantasmagoría. Eso que ya hizo en El proyectoMetatrónAbisalTerranova. Un ejercicio que lo ha convertido en una de las principales voces de la reinvención del cine de no ficción cubano contemporáneo.

“Hace unos cinco años, durante un apagón en casa, filmé una conversación con mi madre que luego se convertiría en el núcleo de esta película. Desde niño estoy escuchando sus historias sobre sueños, visiones y espíritus que tienen como centro a mis abuelos espiritistas. Los apagones son de los pocos momentos en que ella me habla de estos temas. Quizás por esa razón, siempre he asociado una zona de la historia familiar a la noche. Me gusta pensar que esas sesiones, mezcla de realidad y ficción, han moldeado mi mirada y la manera de relacionarme con lo real”, reconoce.

“Me interesa muchísimo registrar, documentar esa parte del imaginario familiar. Esos microrelatos que surgen de nuestras vivencias, miedos y deseos. Esa parte de nuestra historia que se va tejiendo mientras dormimos, y que siento que son una puerta no solo para descubrir imágenes, sino también para reencontrarnos con nuestros muertos, y sobre todo con nuestro lado más irracional. Hay mucho cine en esas horas de sueño”.

Sin ánimos de romantizar, siempre me ha fascinado el cambio de ritmo que imponen las ‘horas muertas’ de un apagón. Inevitablemente, reunirse alrededor de un fuego, ya sea una vela o quinqué, nos acercan a un estado más primigenio. Libres de cualquier distracción visual, las palabras adquieren otro valor y el acto de contar se convierte en un gesto de resistencia para alejar la oscuridad. La ausencia de luz refuerza la sensación de transitar por un espacio suspendido, nos acerca a ese limbo que envuelve a la Isla”.

Pero en La historia se escribe de noche hay además una no muy evidente intención alegórica: esa oscuridad que envuelve y disuelve a Cuba hasta dejarla irreconocible explica en buena medida la sensación de perder el espacio físico del país que sentimos tantos cubanos, condenados al exilio o entregados al inxilio en un territorio donde se hace imposible vivir y en el que apenas cabe sobrevivir.

“Ya en Terranova y Abisal hay una voluntad por explorar esa oscuridad, un escenario donde se revela una Cuba más irreal, con otros tiempos y ritos. Alejarme de la luz y el color tropical, más allá de los valores estéticos, responde a una voluntad por acercarme al momento político y espiritual por el que estamos transitando la mayoría de los cubanos. Probablemente estemos viviendo una de las etapas más ‘oscuras’ de nuestra historia reciente”, confiesa Alonso.

“Este corto le debe mucho a El gran apagón, de Pedro Pablo Oliva. Una obra que tiene un lugar muy especial dentro de mi imaginario personal y que encontró en el apagón un dispositivo para registrar su época: el mal llamado Período Especial, del cual parece que todavía no hemos salido. Han pasado treinta años desde que se pintó y el país parece no haber avanzado un centímetro, condenado a la misma oscuridad y atormentado por los mismos demonios”.

Sobre el trabajo para tejer esa estructura, en la que el espectador acaba sintiendo que se abandona a un sueño, quizás una pesadilla, el realizador reconoce que “lo más complejo fue encontrar en el montaje la capacidad de transitar del rito familiar al rito colectivo”.

“Durante el proceso de visionaje y guion de montaje, el cuento ‘Anochecer’, de Isaac Asimov, fue una gran referencia en términos narrativos. El reto era incorporarlo sin que desequilibrara la conversación entre madre e hijo. Exploramos diversas estrategias para incorporar los códigos de la ciencia ficción presentes en el propio cuento, jugando con su premisa de una noche que nunca termina”, cuenta.

Asimismo, un elemento decisivo en la sensación de inmersión en la materia oscura de esa Cuba que es al cabo la noche martiana, es el sonido, construido como una liturgia que arrastra al espectador en medio de una tempestad.

“Fue la parte más trabajosa y divertida de todo el proceso. Sergio Fernández Borrás hizo un trabajo de orfebrería. Estuvimos más de tres semanas montando y mezclando un material de apenas 20 minutos. Creo que lo más complejo fue darles cuerpo a imágenes que, en muchas ocasiones, ni siquiera tenían sonido directo, y cuando lo teníamos, este iba en la dirección opuesta a la atmósfera que estábamos buscando. Después de construir cada plano, intentábamos despojarlo nuevamente de sonidos, hasta llevarlo a su condición más esencial”.

“Nuestra idea era invitar al espectador a reconstruir todo ese fuera de campo que la oscuridad no le permite ver. Siempre imaginamos que en la sala de cine el sonido funcionaría como una brújula para guiarse en la oscuridad, pero también como una trampa para los sentidos. Muchos de los sonidos, efectos y melodías fueron diseñados por Rafael Ramírez. Trabajamos con los sonidos que elaboró como si fueran parte de nuestra librería de sonidos directos; nunca los asumimos como efectos. Siento que su trabajo agregó una capa de extrañamiento que eleva la imagen a una condición todavía más espectral”.

Alejandro Alonso ya sabe lo que es pasar por Rotterdam, uno de los cinco festivales de cine más importantes de Europa y un escenario siempre abierto al cine latinoamericano más arriesgado, y llevarse un premio. En 2021, su mediometraje Terranova (codirigido con el cineasta español Alejandro Pérez), consiguió allí el galardón Ammondo Tiger. Su retorno al certamen es apenas el inicio de un recorrido aún por adivinar.

Publicación fuente ‘Cubanet’