José Lezama Lima: ‘La imaginación no puede ser gobernada por control remoto’ / Alcides Iznaga: Carta a Eugenio Florit
Transcripción de la grabación de José Lezama Lima:
[…]: Hay por lo menos una tendencia que dice que un poeta, o un pintor, o un músico debe ser un luchador, casi (o sin el casi), un luchador por el triunfo de una causa de las que se está debatiendo en el terreno social. Es decir, que en un momento determinado un poeta no debe inspirarse en una era imaginaria de la dinastía japonesa, sino en el problema que está viviendo determinada clase en el momento actual. Es decir, que responda en su poesía a un paso de avance, a un granito de arena, o a un tipo de lanza en pro del triunfo de una determinada clase o de una determinada idea de las que está viviendo conflictivamente en ese momento. Eso es lo que yo quería saber su opinión…
[JLL]: Yo creo que personalmente un poeta puede inscribirse en el lugar que estime conveniente. Desde luego, nosotros pertenecemos a una tradición demócrata y liberal, y entonces pues consideramos que el poeta personalmente debe inscribirse ahí. Ahora, desde luego, la imaginación no puede ser gobernada por control remoto. Es decir, si un poeta siente la presencia de la dinastía Meiji, o el periodo Taisho de Japón, pues como eso en sí no es un hecho aislado sino ese el momento en que precisamente el Japón se pone en combinación con el universo entero, y en una de las plazas de Tokio hay un monumento a un jesuita español, y todo eso es universalidad, eso puede interesar en cualquier lugar de la tierra. Porque no podemos mantener en un momento esencialmente tan universal una cosa tan pequeña, tan reducida en su finalidad.
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De propina, y aprovechando que en este mismo dosier «José Lezama Lima: Bien de Archivo» publicamos algunas cartas inéditas entre Lezama Lima y Eugenio Florit, aquí los dejo con esta entusiasta carta del narrador, poeta y corrector del periódico Granma por muchos años Alcides Iznaga (fechada en octubre de 1960), al autor de Asonante final, quien vivió desde 1940 hasta su muerte en Estados Unidos.
Una carta de invitación y fervor por la «patria libre».
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