Ernesto Menéndez-Conde: Las injerencias de Waldo Balart

Archivo | Artes visuales | Autores | Ebooks | 30 de abril de 2024
©W. Balart en su estudio de Nueva York, años 60s

El problema que he tratado en toda mi obra es el del color en el volumen.
W. Balart en carta a Gloria Delgado Restrepo, Directora Ejecutiva IX Festival de Arte Cali, Colombia, el 17 de junio de 1969.[1]

La editorial InCUBAdora acaba de publicar Waldo Balart. Injerencias, de la investigadora, editora y curadora Beatriz Gago. El libro reproduce mayormente los trabajos realizados por el artista cubano desde finales del siglo XX. Cuenta con un formidable ensayo introductorio. El texto destaca por adentrarse en los aspectos formales, en la apoyatura teórica y en los escenarios artísticos en los que Balart desarrolló su trabajo. Gago recorre prolijamente la trayectoria del pintor y lo hace con un lenguaje erudito y a su vez de fácil comprensión. Además, Waldo Balart. Injerencias incluye una entrevista con el artista, realizada también por la autora, a partir de una serie de visitas al estudio madrileño del pintor, durante el verano del 2019.

La obra de Waldo Balart, con su interés por “el color en el volumen”, sus contrastes e intensidades cromáticas, sus estructuras modulares y sus exploraciones más allá de los soportes convencionales de la pintura no solo fue experimental en la segunda mitad de la década de 1960 y comienzos de la siguiente. También, junto al trabajo de otros artistas de su generación, preludia las creaciones de autores tan disímiles como Olaffur Eliasson, Liam Gillick y Jim Lambie, mientras parece seguir las búsquedas de Josef Albers, expuestas en su bello –hoy imprescindible libro Interaction of Color (1963)– y las indagaciones de creadores del grupo argentino MADI, además de participar en las corrientes minimalistas que irrumpieron a comienzos de la década de 1960.

No deja de sorprender que un arte tan aparentemente imbuido en una reacción contra el expresionismo abstracto, tan inmerso en las teorías del color y en acabados tan contemporáneos, evoque el suelo natal del artista. Aunque Balart abandonó Cuba cuando solo tenía 18 años, es posible relacionar sus obras con la tradición del vitral, tan típica de la arquitectura colonial de la Isla y posteriormente aprovechada por Amelia Peláez y algunos pintores concretos, como Rafael Soriano, como una cualidad identitaria. Balart supo integrar alusiones al país donde transcurrieron los primeros años de su vida –y al que no regresó– a su interés por la abstracción geométrica. Estas referencias son bastante explícitas en el lienzo “Y llegó Martí con la bandera cubana” (2009), resuelto con triángulos y franjas de color que hacen pensar en la insignia nacional. En cuadros como “Añoranza por el trópico” (1998) y “Añoranza por Cuba” (1998) los rectángulos en tonos muy bajos de gris interrumpen la intensidad cromática, como si introdujesen un vacío, que metafóricamente pudiera asociarse al desarraigo. En otras de las pinturas, las alusiones posiblemente sean más complejas, acaso más íntimas, sugeridas por los títulos, como ocurre en el acrílico El verano ya está aquí (2009), donde los colores parecen ofrecer una nueva versión del fulgor de la luz en la isla caribeña, al que muchos pintores cubanos le han prestado gran atención. Hasta el “verde que te quiero verde”, del conocido poema de Lorca, podría sugerir cierta nostalgia por Cuba, e incluso el anhelo por una importante transformación social en el país.

La autonomía del color, en superficies pulimentadas, a veces opacas, a veces traslúcidas, ha tenido un papel protagónico en la obra de Balart. Esta cualidad hace que sus creaciones sean altamente especializadas –hasta el punto de que frecuentemente parecen obedecer a un rigor científico o a cálculos matemáticos muy precisos– y al mismo tiempo fáciles de disfrutar, si se está dispuesto a abrirse a una experiencia sensual que apela fundamentalmente al color, en un espacio que Rosaline Krauss definió como expanded field.

Desde su primer texto, publicado en el catálogo de la exposición A tono (2000), en el Hotel Habana Libre, Beatriz Gago se dio a conocer por sus aportes al estudio –por aquel entonces, en muchos sentidos eso equivaldría a decir al rescate– de la abstracción geométrica en Cuba. Gracias a su labor han visto la luz importantes volúmenes, en magníficas ediciones, dedicados al grupo Diez pintores concretos y a artistas como Luis Martínez Pedro y Ernesto Briel. Waldo Balart. Injerencias es otra de sus contribuciones. Por lo pronto, el libro solo ha sido publicado en formato digital. Una futura impresión en papel sería más que deseable.


[1] Citado en Gago, Beatriz «Waldo Balart: Hacia una expresión contemporánea del arte concreto». En: Gago, Beatriz. Waldo Balart. Injerencias. InCUBAdora, Col. Documenta, 2024, p. 6.