Luis Cino: ‘Los guerrilleros en el poder’: el libro de K. S. Karol que enfureció a Fidel Castro

DD.HH. | Memoria | 7 de agosto de 2023
©Edición de Seix-Barral en 1972

En 1971, la reacción soberbia e iracunda de Fidel Castro ante los que se preocupaban por las circunstancias que rodeaban el caso del poeta Heberto Padilla provocó que un nutrido grupo de destacados escritores e intelectuales latinoamericanos y europeos que hasta entonces habían estado deslumbrados por la Revolución cubana, a la que consideraban modélica dentro del socialismo, rompieran definitivamente con ella.

Esa ruptura se veía venir desde 1970, cuando el libro Los guerrilleros en el poder. El itinerario político de la Revolución Cubana, del periodista y escritor polaco K.S. Karol, irritó y puso furibundo a Fidel Castro.

Fue el director del ICAIC, Alfredo Guevara, un personaje muy próximo a Fidel Castro desde que estudiaban en la Universidad de La Habana, quien lo predispuso contra Karol y su libro cuando aún no había sido publicado.

Alfredo Guevara, tras hojear apresuradamente, en el vuelo de regreso a Cuba, las pruebas de galera de Los guerrilleros en el poder…, que Karol, con gran deferencia, le había entregado en Paris, llegó a la conclusión —y se la trasmitió enseguida al Máximo Líder — de que era “el libro más hábilmente elaborado contra la Revolución Cubana”.

Hasta ese momento, Fidel Castro había estado fascinado por K.S. Karol, particularmente después que leyó su libro de 1966 China, el otro comunismo. El líder cubano quería que Karol, que era un estudioso de los regímenes comunistas, escribiera un libro sobre la Revolución cubana. Para que tuviera bastantes elementos para escribir, lo trajo varias veces a Cuba. Entre 1967 y 1969, Castro se reunió varias veces con Karol, conversaron extensamente, lo llevó a recorrer Cuba y le presentó a Celia Sánchez, al presidente Osvaldo Dorticós y a varios funcionarios de la Junta Central de Planificación (JUCEPLAN).

Fidel Castro confiaba en Karol. Nada en su historial le hizo suponer que lo defraudaría. Nacido en Polonia en 1924, había estudiado en la Unión Soviética y combatido en la Segunda Guerra Mundial en las filas del Ejército Rojo. Aunque había sido víctima de las purgas estalinistas y debido a ello, al terminar la guerra, se radicó en Francia —donde moriría en 2014 —, seguía siendo comunista y simpatizaba con los movimientos armados en el Tercer Mundo.

Además, en refuerzo de sus credenciales, Karol estaba casado con Rossana Rossanda, la jefa de la Comisión Cultural del Comité Central del Partido Comunista de Italia, quien lo acompañaba en sus viajes a Cuba.

Ante la insistencia de Fidel Castro para que Karol escribiera un libro sobre su revolución, el escritor polaco le había advertido que los libros que había escrito habían disgustado a los gobernantes, como pasó con Mao, a lo que Castro le respondió que con él no pasaría eso. Según el testimonio de Rossana Rossanda, Castro le dijo a Karol: “Escriba lo que vea, critique, eso nos ayuda”.

A pesar de las seguridades que le había dado a Karol para que criticara lo que le pareciera mal del socialismo cubano, Fidel Castro, instigado por Alfredo Guevara, reaccionó virulentamente contra el libro sobre Cuba.

Los guerrilleros en el poder… era, básicamente, favorable al régimen castrista, pero a Fidel Castro lo enojaron las críticas a la creciente vinculación de Cuba con la Unión Soviética, el pobre papel del Partido Comunista y los sindicatos, y al hecho de que Verde Olivo, la revista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, hubiera desatado lo que calificaba como “una cruzada contra los intelectuales refractarios al régimen”.

En consecuencia, el régimen castrista excomulgó a K.S. Karol y agregó su nombre al index de escritores extranjeros que de solidarios compañeros de viaje, por mostrarse demasiado críticos, pasaron a ser considerados como enemigos: René Dumont, Hans Magnus Enzensberger, Oscar Lewis, Paul Huberman, Leo Sweezy, Francesco Rossi.

Contra todos ellos —y los muchos más que pronto sumaría a la lista— cargó furiosamente Fidel Castro en su discurso del 22 de abril de 1970, en un acto dedicado al centenario del nacimiento de Lenin. Sin mencionar nombres, los calificó como “miserables escritorzuelos de izquierda” y “agentes del imperialismo yanqui”.

El rencor contra K.S. Karol hizo que su nombre volviera a aflorar un año más tarde, el 27 de abril de 1971, en la bochornosa autoinculpación al mejor estilo estalinista a la que fue obligado Heberto Padilla ante sus colegas de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Seguramente, los oficiales de la Seguridad del Estado que trazaron las pautas de “la confesión” de Padilla se propusieron que Fidel Castro, cuando viera la filmación, quedara complacido al confirmar que Karol, por más que se mostrara como ultraizquierdista, era un peligroso agente del imperialismo.

Publicación fuente: ‘Cubanet’