«El amanecer del 21 de julio, atribulado de pensamientos bajo las presiones que ejercían sobre mí en los últimos meses, y sabiendo el lugar a donde me trasladarían -una celda dentro de una Unidad Militar, otra vuelta de rosca a mi constante tortura psicológica- decidí abandonar el asentamiento de Lawton, donde me habían recluido por casi un año, y evadí la férrea custodia, aprovechando la confusión que causa el movimiento de reclusos cuando despiertan». Para seguir leyendo…
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