María Isabel Alfonso: Interviú a Nancy Morejón / El Puente creó un espacio que había devorado Lunes de Revolución

Archivo | Autores | 10 de marzo de 2023
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Como parte de su libro Ediciones El Puente y los vacíos del canon literario cubano: dinámicas culturales posrevolucionarias (Universidad Veracruzana, 2016), María Isabel Alfonso entrevistó a los ejecutores principales de este importante grupo. Entrevistas de trabajo y de reconstrucción de época. En inCUBAdora publicaremos cada una de estas conversaciones una vez a la semana.

María Isabel Alfonso (MIA): ¿Cree que el factor racial fue determinante en la clausura de El Puente?

Nancy Morejón (NM): No se puede afirmar que El Puente fue cerrado por problemas raciales. José Mario fue a la UMAP, lo sabemos. Cuando tú tienes tu integridad física en peligro, ¿qué vas a hacer? Se fue. Ana María Simo, tiempo después, después de una serie de cosas de carácter familiar, en las que yo no me puedo inmiscuir ni te puedo contar, porque esa es su vida, y le pertenece a ella… Ana se fue. Y nos quedamos nosotros. Fue una época de gran intolerancia. Porque fíjate, tú puedes hacer esa investigación. Pero no puedes partir del hecho de que fue cerrada esa editorial por razones raciales. Inclusive las obras nuestras no son en ese momento, explícitamente, de tema racial. Fulleda por ejemplo, publica un libro de poemas que se llama Algo en la nada. Entonces, es un libro con el corte de [mi primer libro] Mutismos.

MIA: Bueno, yo me aproximo a ese tema porque Zurbano dice que ninguno de los que publicamos en el dossier de La gaceta, dedicado a El Puente, nos aproximamos al tema desde el ángulo de la raza.

NM: Bueno, eso es un desenfoque más bien. ¿Por qué se va a meter nadie si el problema no fue ese? Yo creo que en aquel momento hubo un pequeño escandalito con lo de Ginsberg. Hoy en día si pasa eso, la gente está alerta.

MIA: ¿Había una agenda homogénea con respecto a la estética?

NM: No, la estética no era homogénea porque en realidad no fuimos un grupo. José Mario aglutinó a autores incluso como a Brene, con Santa Camila de La Habana Vieja, que no tenía nada que ver con la poesía de Mutismos, por ejemplo. Algo en la nada, de Fulleda, poemas de Reinaldo García Ramos. Nosotros no teníamos una filiación estética ni mucho menos. Eran los primeros libros de gente muy joven. Evidentemente, mira, un primer libro es una cosa expresa y tal, pero nada más. Ese primer libro mío mucha gente lo valora. Yo también. Nunca me he arrepentido y no lo niego. De ahí partí yo para hacer un montón de cosas después que no son para nada exactas. Aunque ahí yo creo que hay poemas importantes, pero no son los temas que caracterizan mi poesía posterior. Tú decías, El Puente contra El Caimán. No, es El Caimán contra el Puente. Porque nosotros existimos antes y de pronto ellos empezaron a especular con una cantidad de cosas, por la personalidad de José Mario… Ellos hicieron un manifiesto… A mí me llamaron a firmarlo, y yo no lo firmé.

MIA: ¿Le pareció que fue una jugada oportunista?

NM: Bueno, no exactamente. Fue una coyuntura, un espacio abierto, y ellos entraron allí. Ahora, ellos sí hicieron un manifiesto. Esa poesía yo la empecé a hacer, sin necesidad de manifiesto. Era realmente yo creo que el estilo o la estética que más práctica nos era. Ahora, ¿por qué yo iba a firmar? Incluso ya Fidel había dicho: “Dentro de la Revolución todo, contra la Revolución nada”. Dice “contra”, no “fuera”. Es decir, que se malinterpretó. Un tiempo después se pensó que el arte por el arte y esas cosas eran estar en «contra», y no. La poesía que publicamos en El Puente se hace hoy por muchos poetas reconocidísimos de otras generaciones, que publican en una onda de más dependencia de la palabra, la palabra en sí, como protagonista del discurso poético. Nosotros hicimos cosas que estaban más en el lenguaje metafórico. Yo misma no la hice más. O la hice después de otra manera. Y no me arrepiento, uno no se arrepiente de lo que uno hace.

MIA: Algunos autores de ese manifiesto de «Nos pronunciamos» (*), habían sido publicados por El Puente, como es el caso de Guillermo Rodríguez Rivera…

NM: Bueno, es que Guillermo Rodríguez Rivera es quien los aglutina (a los de El Caimán). Guillermo vino a pedirme que yo firmara el manifiesto. Yo lo hubiera firmado con mucho gusto, pero mira, como yo estaba en El Puente, hubiera sido muy oportunista de mi parte firmar ese manifiesto de El Caimán. Yo mantenía las mejores relaciones con Guillermo, con Wichy, con Casaus…

MIA: ¿Y Jesús Díaz y el debate con Ana María Simo?

NM: Ese sí fue un oportunista.

MIA: A mí me han dicho que Nicolás Guillen les ofreció apoyo a ustedes.

NM: Sí, cómo no. Él enseguida dijo que había que darle un espacio a Ana María (ante los ataques de Díaz). Nicolás dijo que había que darle respuesta, porque lo que había escrito era un agravio. Porque además, nos acusó de disolutos. Pero, ¿quién era él? ¿Por qué? Porque detrás de él hubo mucha gente oportunista que lo utilizaron como vocero de cosas, y se aprovecharon. Nosotros desaparecimos de la esfera al desaparecer José Mario, director de El Puente, por razones que fueron…, ya tú sabes, de intolerancia homofóbica, de intolerancia de su condición de homosexual. El Puente creó un espacio que había devorado Lunes de Revolución, que dirigía Cabrera Infante. Estaba después Página 2, de Prensa Libre, entonces apareció después El Puente, una editorial, y después que teníamos una serie de libros publicados apareció el proyecto de una revista, y eso se abortó. Porque una editorial para existir debe tener una revista, como por ejemplo la tuvo el grupo Orígenes.

Kingston, Canadá, 2009

(*) «Nos pronunciamos» fue publicado en El Caimán Barbudo el mismo año en que Jesús Díaz atacó a El Puente desde La Gaceta de Cuba (1966). No alude directamente al grupo el manifiesto, pero años más tarde Guillermo Rodríguez Rivera aclaró, en Ensayos voluntarios (1984), que el mismo tenía como blanco «la tendencia representada por las Ediciones El Puente».